SOLIDARIA Y SANA FORMA DE CONOCER TUCUMAN
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La exigente experiencia se realizó por la ruta provincial 351, que permite la comunicación entre Haulinchay y Tolombón, en Salta.El primer fin de semana de enero fue aprovechado por un grupo de cinco taficeños, para trepar en bicicleta desde la pintoresca localidad de Huanlinchay hasta la escuela de Lara, ubicada a 3.400 metros sobre el nivel del mar, donde se dictan clases en Período Especial, entre septiembre y mayo.La aventura fue protagonizada por Ramón Lagoria, Luis Padilla, Willy Zelaya, Hernán Rodríguez y David Correa, periodista de EL SIGLO.Con las primeras luces del sábado 7 de enero, los bikers comenzaron la trepada desde la escuela 358 que está en Hualinchay. El día se presentó en inmejorables condiciones, aunque el azul diáfano del cielo también auguraba una calurosa jornada.Una hora más tarde la fuerte pendiente ya comenzaba a hacerse sentir, aunque ese primer esfuerzo era neutralizado por el espectacular paisaje, con la fuerte presencia de la característica vegetación de árboles que crecen a elevada altura, como los alisos.A media mañana el agua comenzaba a convertirse en un valioso tesoro, teniendo en cuenta que desde el punto de partida hasta Lara, no hay lugares de fácil acceso donde se pueden llenar las caramañolas. Sólo se consigue en alejadas viviendas que se encuentran en profundas quebradas. Por suerte, unos días antes de esta travesía, se produjeron lluvias de consideración en la zona, por lo que durante las primeras tres horas de pedaleo constante, había vertientes con agua cristalina y fresca.Cerca del mediodía, el sol ya se hacía sentir, aunque la presencia permanente de viento fresco mitigaba sus efectos. De todos modos, el casco, los guantes, los anteojos, protectores solares y ropa de color claro, cumplían una función de suma importancia.Una de las características principales del camino, es su zigzagueo constante, único modo de que la subida sea menos dura, tanto para vehículos, como para aventureros que lo recorren en sus bicicletas de mountain bike. A diferencia del paisaje que ofrece la ruta provincial 307, que permite llegar hacia El Mollar y Tafí del Valle -donde la exuberante vegetación es una compañía permanente- este camino alternativo hacia Tolombón permite una fácil visión de sus curvas y contra curvas, lo que le confiere una particular belleza.A las 16.00, los cinco miembros del equipo se encontraron sorpresivamente con el mástil que indicaba casi el final de la travesía, al menos de la trepada. Las sonrisas, entonces, reemplazaron a los rostros serios de quienes entregaron todas sus energías con un objetivo. Sólo allí le llegó el turno al relajo. En este mástil, a 3.800 metros sobre el nivel del mar, el camino muestra dos opciones. Continuar hacia el norte para llegar a Tolombón, o descender hasta la escuela de Lara, a 3.400 metros. Los taficeños optaron por pasar la noche en la montaña y retornar a la mañana siguiente.La bajada hasta Lara no supera los 45 minutos. Cuando llegaron hasta allí, fueron atendidos cordialmente por doña Isabel, quien se desempeña como personal auxiliar de la escuela-albergue, donde residen 40 chicos, de lunes a viernes.El establecimiento se encuentra en un pequeño valle, donde también hay algunas casas. Con la caída del sol, bajan hacia sus corrales las cabras y ovejas, guiadas por sus pastores.Con la llegada de la noche, las estrellas parecían estar al alcance de la mano y sólo una razón distrajo a los taficeños: el hambre. El feroz apetito fue mitigado con carne asada, pan casero y queso de cabra, verdaderos manjares de la zona. Antes de esta cena, un buen baño con agua fría hizo desaparecer las señales de cansancio. La poca luz del edificio es el fruto de la energía acumulada en baterías especiales, ya que en el techo se encuentran paneles solares, elementos que son indispensables.A la mañana siguiente el cielo mostraba un azul profundo. Unico e irrepetible. Luego de unos minutos, comenzaron los aprestos para regresar a Hualinchay, luego de un frugal desayuno.Después de la despedida a doña Isabel y el agradecimiento por la cálida recepción -aproximadamente a las 9.00- comenzaría el ascenso hacia el mástil. Recién allí comenzaría el descenso prolongado. Así, los 47 kilómetros que permitieron llegar a la escuela-albergue, después de nueve horas, se redujeron a apenas tres. Claro, en el medio, por ser un suelo con muchas piedras y lajas, entre los cinco hubo ocho pinchaduras de cámaras, apenas un detalle luego de tanto esfuerzo.Sin duda alguna, una experiencia inolvidable para estos cinco aventureros de la Capital del Limón. / Desde tafiviejonoticias.blogspot.com fuerza y adelante amigos.
(*) Extraido del Siglo Web. com
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